Hoy la Iglesia celebra, por primera vez después de su canonización (14 octubre 2018), la fiesta litúrgica de San Pablo VI, el gran Papa del Concilio Vaticano II y de la “experiencia total” de santidad. Esta fecha no coincide con el día de su muerte (como es habitual), porque murió el 8 de agosto, fiesta de la Transfiguración del Señor y se eligió el 29 de mayo porque fue el día de su ordenación presbiteral en el año 1920.
Podemos decir, por ello, que el colectivo de presbíteros tenemos a partir de entonces, un santo más en el cielo, pues la santidad de Pablo VI consistió, sin duda, en vivir de forma excepcional “su vocación como sacerdote, como obispo y como Papa.” El sacerdote – así lo definió Pablo VI – es y debe ser “un atleta del espíritu.”
En esta primera memoria litúrgica queremos recuperar esta imagen…¡Lo necesitamos!.